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miércoles, 22 de septiembre de 2010

La vuelta al cole


Ahora que las vacaciones han acabado y el verano parece que llega a su fin, es momento de afrontar el nuevo curso que ya está aquí. Los niños ya han vuelto al colegio. Mientras los más pequeños se acostumbran a no llorar cuando sus padres les dejan a la puerta del colegio, los más mayores, algo más alegres, comienzan un nuevo curso reencontrándose con sus amigos. 


Los adultos, algo ojerosos, soportan horas de tráfico para llegar a sus trabajos, porque a las facturas todavía por pagar, hay que añadir las de los libros y los uniformes de los niños. Mientras unos se incorporan a sus puestos de trabajo y superan el síndrome posvacacional, otros, en peor situación, repasan con mayor ahínco las escasas ofertas de trabajo, preguntándose qué será de su vida durante este otoño.

Los largos y calurosos días dejan de ser tan ociosos para dar paso a otros días más cortos, un poco más fríos y con poco tiempo libre. Todo vuelve a su curso normal, por ello, es momento de volver a la rutina, de reencontrar viejos hábitos allí donde los dejamos. Pero a la vez, deseamos incorporar nuevas actividades para mejorar nuestras vidas a modo de propósitos de año nuevo: seguir siendo constantes en nuestras visitas al gimnasio, aprender a hablar inglés de una vez por todas o simplemente aficionarnos a alguno de los coleccionables de quiosco.

En fin, parece que el mundo entero se reanima y al ritmo de los despertadores vuelve a su orden natural. Y cada uno dispone sus actividades a su conveniencia y fija sus metas, porque un nuevo camino se abre a nuestros pies y hay que recorrerlo antes de que huya sin nosotros.

Una ya lo tiene claro. Mientras la realidad de las vacaciones se desvanece poco a poco, tecleo en mi ordenador historias con el fin de habitar mi mundo. Pasado el período estival ya no hay excusas que valgan.

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