Quizá, a fin de cuentas, la vida sea una búsqueda constante de saber en qué lugar encajar. Un reinventarse una y otra vez, pues parece que el destino se empeña en ocultar las cartas que hay que jugar. Y acaso ya no tenga el sentido que una vez tuvo: ya no te reconoces en el espejo porque el puzle se rompió en algún momento; de pronto, ya no quieres estar donde estás.
Por ello, hay que montar las piezas otra vez, encontrar cómo ajustarlas en el nuevo rompecabezas. Te sumerges en una incansable exploración, que se te antoja un eterno déjâ vû.


















