Querer renacer como el ave fénix, abrir tus alas al mundo. Todas esas filosofías del encontrarte a ti misma han calado en ti porque en el fondo siempre has sabido que podías encontrar una mejor versión de ti. Y que esa versión no solo está en construir cosas nuevas, sino en rescatar las que nunca has sabido manifestar.
Pero resulta tan difícil llegar a ese renacer… Porque renacer significa salir de tu zona de confort porque ya la tienes muy exprimida y necesitas ampliarla; renacer es cambiar una pequeña parte de ti y afrontar los miedos que supone adentrarse en lo desconocido. El miedo que todo lo paraliza y ata tus alas para que no puedas volar.
Y sin embargo, sabes que es posible vivir de otra manera, que tiene que ser posible; es más, quieres que sea posible: si otras lo han logrado antes, ¿por qué tú no? Te repites una y otra vez esa pregunta ¿por qué tú no? Y quieres lanzarte a la piscina porque piensas que ya todo está superado, que puedes dar el paso de una vez por todas, que estás preparada para ello.
Pero en ese momento, comienza a hablar una vocecilla en tu interior que no para de cuestionar lo que pretendes hacer. ¿Y si te equivocas? ¿Y qué pensarán los demás? Pero esas dudas tan solo responden a una voz interior que da vida a tus prejuicios. Y las destierras porque esos prejuicios ya no te representan, ya no te identifican.
Anhelas impaciente ese momento de tomar tus alas y echar a volar porque tampoco puedes esperar el consentimiento de nadie para lanzarte al vacío y agitar tus alas. Al fin y al cabo tu camino solo puedes recorrerlo tú.
Volar en soledad no es fácil, por supuesto. Pero tienes la determinación; sabes que ya no puedes bucear más al fondo de ti y ya solo queda ascender, emprender el camino de regreso. Tomar tus alas y volar alto.
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