Desde aquel junio de 2010 en que inaugurara este blog ha transcurrido mucho tiempo. La ilusión por escribir y publicar se desvaneció antes de lo que imaginé. ¡Quién me iba a decir a mí que caería tan pronto en el olvido! Pero eso ya es agua pasada y no vale la pena lamentarse por lo no hecho. Tras varios años queriendo recuperar mi voz, mi escritura, he encontrado por fin las ganas que me faltaban para luchar por aquello que me gusta y para lo que pienso que valgo.
¿Pero qué ha pasado en el mundo todos estos años? Basta con ver las noticias para pensar que la vida ha cambiado poco. Un trabajo desmotivador y mal pagado y los mismos problemas para llegar a fin de mes; parece que se avecina una nueva crisis económica y un paro creciente; el tráfico, las colas en los mercados, los ruidos en el piso de arriba… ¡Y por si fuera poco, una pandemia!
El mundo sigue tan patas arriba como lo dejé. A veces siento incluso que caminamos hacia atrás; pero eso no es del todo cierto. Todos estos años han traído algo bueno: hemos crecido como sociedad. Ahora vivimos con mayor conciencia no solo social, sino también teñida de colores.
Vivimos en un mundo más verde. Nos preocupa, y mucho, nuestro planeta. Parece que tenemos mayor conciencia del calentamiento global, de que el ecosistema de nuestro planeta está cambiando. Y hemos empezado a tratarlo con el mimo con que se merece. Conceptos como cambio climático, reciclaje o sostenibilidad ya pertenecen a nuestro modo de vida. Como dicen, no existe un planeta B.
Pero también vivimos en un mundo morado. La mujer ha empezado a reivindicar su lugar con mayor fuerza. La lucha feminista ha traído la búsqueda de referentes femeninos en cualquier ámbito del saber. Ahora sabemos lo importante que es que la mujer defina su voz y su nombre. A menudo aparecen en televisión deportistas mujeres. Y no solo alguna tenista o esquiadora que ha conseguido llegar a lo más alto.
Para mí es una muy buena noticia: excepto un par de nombres de mujer, toda la historia de la literatura ha estado vestida de hombres. ¡Ojalá pronto tanta importancia en los manuales a las escritoras como a los escritores!
El hervidero friqui que era la televisión donde todos querían salir para mostrar su peculiaridad ha pasado a las redes sociales, que ahora nos permiten convertirnos en personajes creadores de tendencias. Es superfácil crear canales propios, tomar las riendas de nuestro propio protagonismo.
Las redes sociales nos aportan un mundo maravilloso, pero sin embargo, hay que trabajarlo con cierta cautela. Todo parece avanzar demasiado deprisa en ellas y parece que tener que ser experto en todo nos puede llevar a olvidar que estamos ahí precisamente para divertirnos y para divertir a nuestros seguidores.
Vivimos en una sociedad compleja; que avanza muy deprisa, aunque apenas lo percibamos. Tratar de desgranarlo todo en una sola entrada es demasiado complicado. Mejor vayamos poco a poco.
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