realidad la ausencia de luz»
ALBERT EINSTEIN
Dicen que al final del túnel siempre se ve la luz. Y quiero creer que es verdad. No se me malinterprete: tiene que ser verdad. Me resisto a creer que el futuro vaya a estar sumido en esta terrible oscuridad; me resisto a rendirme a la esperanza.
Lo que pasa es que cuando una se abandona a la rutina, termina por acomodarse a lo fácil que hay ya instalado en su vida. Siempre es más fácil no hacer nada, someterse al mañana empiezo. Cuántas veces habré pensado que hoy era el primer día de mi nueva vida y luego se ha quedado en nada. Porque nunca he sabido muy bien por dónde empezar o cuál era el camino correcto. Porque nunca le he puesto excesiva voluntad en producir el cambio en las cosas.
Claro, las cosas no cambian de la noche a la mañana por el mero hecho de anotarlo en una agenda o pensar «el lunes empiezo». Porque para empezar a hacer algo diferente es necesario hacer primero un camino a la introspección, pensarse a sí mismo. Analizar dónde estás y adónde quieres llegar. Y no es que no quiera: es que duele.
Y entrar en el camino del dolor es incómodo. Porque ¿quién desea hacerse sufrir? Nadie quiere sufrir más de lo necesario. Y sin embargo, hay que buscar una luz, ponerse nuevas metas que alumbren la oscuridad. Si la luz no brilla por sí misma, habrá que trabajar por hacerla brillar. Seguir insistiendo en hacer cosas que cambien la rutina, en tener esperanza en el mañana empiezo, porque mañana o el lunes que viene todo empezará a ser mejor.
Porque hay que salir de la oscuridad. Porque en esta vida no todo es blanco o negro. Entre medias hay toda una gama de grises que van dando matices a esa oscuridad para convertirla en un pequeño rayo de luz a través del cual mirar.
Sí, yo veo esa luz brillar en mi horizonte. Aunque no sé si es para alumbrar mi realidad actual o tan solo es el comienzo de una nueva realidad. ¿Pero acaso eso importa?
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