Ese anhelo de ser una versión mejorada de nosotros mismos, ese constante transcurrir de días grises, repetidos una y otra vez hasta la saciedad te devuelven en el espejo una imagen que no te gusta. Deseas ser ese ser perfecto, triunfador, capaz de hablar al menos un idioma extranjero, que come sano y hace ejercicio dos veces por semana, que además vive en una casa maravillosa, casi de revista y tiene un buen coche… Tienes unas expectativas muy altas de lo que has querido convertirte. ¡Soñar es gratis!
Pero no es solo un sueño o tu deseo. Es lo que nos han inculcado desde que somos pequeños: tenemos que ser los mejores en algo porque solo así conseguiremos triunfar. Acaso tengamos una visión distorsionada de lo que es el éxito o la felicidad. Porque un día descubres que para ti el triunfo no es lo que te han enseñado desde pequeña. El éxito es otra cosa que igual todavía tienes que definir.
Y lo que tú ves de ti misma no tiene nada que ver con lo que los demás ven de ti. Y la verdad que te importa un pimiento lo que los demás vean o piensen. Porque solo tú sabes lo que eres, solo tú sabes lo que realmente quieres ser.
Pero la insatisfacción todavía sigue ahí. Porque quieres ser otra cosa distinta de lo que ahora eres. Ese afán por desear ser mejor te ha llevado continuamente a hacer planes para mejorar hábitos de vida aunque nunca encontrabas el momento de llevarlos a cabo.
Quizá sea ahora el momento de empezar a cuidarte, de probar esa receta nueva o de hacer ese viaje que siempre soñaste. O de crear sueños nuevos.
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