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lunes, 21 de febrero de 2022

La literatura, una pasión olvidada

Una persona sentada sostiene un libro abierto en una habitación en penumbra

«Soy una persona anticuada que cree que
leer libros es el pasatiempo más hermoso
 que la humanidad ha creado.»
Wislawa Szymborska


Hubo un tiempo en el que amé la literatura. No me refiero únicamente al hecho de leer libros y transportarme, a través de sus historias, a otros mundos. 

Hablo de la literatura y su estudio. Porque leer un libro no es solo descifrar su historia y pasar un rato entretenida leyendo sus páginas. Es también desentrañar otras épocas reflejadas a través de la escritura, entender el porqué sus personajes actúan, por ejemplo, de una manera determinada que ahora nos resultaría impensable. 

¿Cómo llegué a ese amor? Es tan sencillo como explicar cualquier historia de amor: ocurrió en la adolescencia, como ocurren todos los grandes amores. Y surgió en las clases del instituto, cuando la profesora nos explicaba en clase la historia de la literatura española. Hasta entonces yo no sentía excesivo placer por los estudios. Simplemente estudiaba porque sabía que ese era el camino para llegar a algo en la vida. 

Pero en lugar de darnos datos aburridísimos que luego tendríamos que memorizar y soltar en un examen, nos explicó la literatura a través de la lectura y el análisis de libros y autores más o menos representativos. 

Ahí tuve claro que estudiaría literatura en la universidad. Nunca antes había tenido tan claro hacia dónde quería dirigir mi futuro. 

Sin embargo, estudiar literatura no es fácil de cara a la opinión generalizada. Todo el mundo tiene la idea preconcebida de que se trata de estudiar infinitos datos de épocas pasadas y biografías de autores consagrados. 

En realidad, nunca tuve que estudiar apuntes enciclopédicos ya que los exámenes consistían más en desarrollar argumentaciones comparando varios temas que en soltar datos memorizados previamente. 

Se trataba de leer mucho. Y de analizar los libros leídos para comprender las obras en su contexto histórico: el tiempo en que fueron escritas, el estilo del autor al escribirla, el lugar donde se desarrollan, analizar los personajes bajo el prisma en que fueron concebidos, aunque hoy reprobemos sus actos… En definitiva, analizábamos cada obra como si fuésemos un médico forense realizando una autopsia. 

Enamorada de la lectura, leía a todas horas, incluso quitaba horas al sueño por leer… Hasta que acabé la carrera y poco a poco dejé de hacer lecturas tan analíticas. 

¿Por qué abandoné ese mundo de lecturas si tan feliz me hacía? No sabría responder a esa pregunta. Fue apagándose sin más. El amor se acabó como terminan desvaneciéndose los amores de adolescencia. 

Han pasado muchos años desde entonces y han sido muchas las veces que he pensado, nostálgica, en recuperar ese amor. Pero solo recordé cuánto me gustaba la literatura y su estudio cuando en uno de mis últimos años como profesora, de repente apareció en mis clases una alumna a la que tuve que explicarle una obra porque tenía que preparar una valoración crítica; además, me hablaba frecuentemente de los libros que leía. Entonces decidí que tenía que recuperarlo fuera como fuese. 

Y así estoy pasando estos últimos años: tratando de reencontrarme con aquel viejo amor, pero ahora con lecturas más pausadas y tranquilas, disfrutando de cada página leída.

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