Estos días grises y lluviosos son días tristes. Penetran en nuestro ánimo debilitando nuestra voluntad.
Día lluvioso y triste de inicios de primavera.
Desde el autobús contemplo los rostros de la gente: serios, cansados y aburridos deambulan por las calles con sus quehaceres. En mis auriculares suenan canciones melancólicas que acompañan
bien a este día lluvioso, triste y gris.
bien a este día lluvioso, triste y gris.
Lluvia menuda en un día triste y gris de inicios de primavera.
Decido caminar, dar un paseo. No importa que llueva. No importa que no tenga paraguas. Me da igual llegar a casa empapada. Semblantes tristes y abatidos apresuran el paso para regresar a sus hogares. Comienza a anochecer.
De entre un montón de caras afligidas, de pronto, una mujer mayor esboza una sonrisa. ¡Qué bello regalo para un desconocido!, pienso, un sencillo gesto para alumbrar un día ceniciento y lluvioso.
Día lluvioso y triste de inicios de primavera con una sonrisa en el recuerdo.
Y sin embargo, era mucho más que una nota de color entre tanta pesadumbre: era una actitud cómplice de aquel a quien le gusta caminar bajo la lluvia sin protegerse, pese a saber que acabará calado hasta los huesos. No puedo evitar verme proyectada en el futuro en esa viejecita que caminaba feliz, mojándose, sonriendo a jóvenes que también pasean bajo aguaceros. Porque hay cosas que no cambian en uno y creo que ese deleite de caminar bajo la lluvia nunca desaparecerá de mí en los días tristes y grises, aunque no sean días de inicios de primavera.
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