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viernes, 23 de agosto de 2024

El don de embelesar en cuentas de redes sociales


Una mujer joven sopla con dulzura un diente de león en un campo lleno de esta flor


Admiro con verdadera devoción ciertas cuentas en redes sociales donde vierten conocimiento, donde difunden de manera precisa y delicada el saber humano o científico. Es fascinante leer acerca de cualquier tema cuando quien escribe está poseído del don de la palabra, de contar historias. Te embelesan, te deslumbran y te llevan a su mundo. 

Y siento cierta envidia sana, si es que la envidia puede ser sana, porque cuántas veces habré soñado con alzar la voz, vomitar al mundo mis aprendizajes y ser una de esas personas que divulgan su saber. 

Pero para una persona introvertida acaso no sea tan fácil lanzarse a la piscina e imitar a la gente que admira. Sobre todo cuando el temor domina el pensamiento, cuando sospechas que tu público se esconde tras una jaula de feroces leones que todo critica y todo es malo: la cosa y su contrario. Ahí no es fácil precipitarte al vacío. 

Al principio quieres hacerlo, dar el salto, sabes que tienes conocimientos suficientes como para convertirte en una de ellos y atreverte a deslumbrar al mundo con tus palabras. 

Y sin embargo surgen las dudas y el ojalá yo dominara algún tema tanto como para divulgar sobre él; afloran los miedos del ¿y si me equivoco qué opinión va a tener la gente de mí?; nacen las inseguridades porque y si no interesa lo que cuento o cómo lo cuento o ya lo saben. Es más: porque ¿y si aburro? 

Y como te sientes perfeccionista, vence la ambición de dominar cualquier tema antes de hablar de él; no vaya a ser que sin querer comentes algo de lo que no controlas y estés diciendo una barbaridad. 

Al final el empeño acaba por desvanecerse con el paso del tiempo. Por alguna razón crees que lo que vas a decir no aportará nada nuevo a nadie, que igual tampoco es tan importante. 

Aun así, el deseo de superación está ahí; el querer sacar esa espina tan clavada para dejar atrás la duda de y si lo hubiera hecho, ¿qué habría pasado?, ¿dónde estaría ahora? 

Muchos impedimentos estorban la voluntad de divulgar mi saber, de fascinar a otros. Y cuesta dar el primer paso. No obstante, no pierdo la esperanza de que algún día se cumplirá ese sueño y podré verter en una cuenta todo ese conocimiento adquirido con los años de estudio; podré embelesar con mis palabras y ayudar a otras personas. Porque una parte de ti pretende que ya no te importe lo que piensen los demás; porque si te equivocas, quieres aprender de los errores.

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